La categoría de la cerveza sin alcohol se ha convertido en un punto positivo en un mercado bastante mediocre, ya que ha superado al segmento de la cerveza con alcohol durante los últimos cuatro años[1]. Existen varios métodos para eliminar el alcohol: la filtración física (utilizada principalmente por las grandes cervecerías); el uso de levaduras especiales que convierten el azúcar en componentes aromáticos, pero no en etanol; y la fermentación en frío o de contacto breve, que limita la formación de alcohol.
El principal reto de la tercera técnica es la estabilidad de la cerveza, que da lugar a una vida útil mucho más corta que la de la cerveza alcohólica. «Hay una serie de reacciones que provocan el deterioro de la cerveza con el tiempo», afirma Turlej. «Se trata principalmente de proteínas de la cerveza que reaccionan con otros ingredientes. El reto es que algunas de estas proteínas son necesarias para el sabor y la espuma, por lo que hay que eliminar solo las proteínas altamente reactivas». Para solucionar este problema, Brenntag Specialties Food & Nutrition ofrece soluciones como ácido tánico, enzimas especializadas y estabilizadores de proteínas. «Trabajamos en estrecha colaboración con los cerveceros para recomendarles la solución más eficaz en función de su configuración de producción específica», añade Andrzej.


